viernes, febrero 06, 2009


La jauría humana

A lo largo de los años en numerosas ocasiones me he encontrado con casos curiosos de despotismo ignorante, la contraposición del despotismo ilustrado. Casos de necios (sobre los que hay un libro fantástico: La conjura de los necios de John Kennedy Toole) que a la que tocan poder son lo peor. Me explico.

Extrañamente son personas que en su puesto de trabajo son más o menos cordiales, más o menos sociables. Pueden ser incluso halagadoras del trabajo de los demás, a veces, oportunamente críticas, siempre en el lugar y el momento indicados. Otro rasgo común puede llegar a ser la crítica ácida hacia otros compañeros, nunca públicamente, siempre señalando hacia personas poco o mal conectadas con la dirección. Es más práctico perseguir al lento de la manada...


Pero en ningún momento dejan ver del todo los afilados dientes de lobo que en realidad tienen y no veíamos. Y es cuando se les da alguna responsabilidad cuando se convierten en el peor de los jefes. Entonces sacan lo peor de si mismos y son capaces de protagonizar las conductas más necias, déspotas e injustas a todas luces.


En un reciente post sobre la obediencia a la autoridad Juan Carrión decía: " Existe un número importante de individuos que cuando tienen poder tienden a inducir a los demás a comportamientos destructivos. Hacer que otros aprendan a hacer el mal, puede llegar a convertirse en una muestra suprema de poder."

Juan Carrión menciona en el post el conocido experimento que realizó Migram a principios de los sesenta. En dicho experimento se demostraba que si la autoridad era suficientemente creíble el 65% de los participantes era capaz de infringir un serio castigo a otros ciudadanos como ellos, perfectamente desconocidos hasta el momento. Lo del serio castigo viene porque el participante creía que estaba realizando unas descargas eléctricas que, de ser verdad, en muchos casos hubieran traído la muerte del figurante. Espeluznante.


Estamos atravesando un período muy complicado para la economía que conlleva mucho nerviosismo y prisas en las decisiones. Como dice un amigo mío, corren "malos tiempos para lírica". No estoy muy seguro de si este tipo de personajes ganan o pierden cuota de poder, pero intuyo que van a ganar. Muchas personas creen, y están convencidas de ello, que en períodos como éste con un entorno tan complejo y difícil hacen falta líderes dictadores, y no me refiero a la política. Una especie de salvaguarda que nos guíe fuera del caos y nos proteja de los males...

Nunca he creído en este tipo de personajes y menos ahora. Esta situación además de compleja es muy exigente. Salir de este atolladero para la mayoría de empresas (las que puedan resistir) requiere grandes dosis colectivas de esfuerzo, trabajo y también algo de creatividad e innovación en muchos sentidos. Y la palabra clave es colectivas. Hay que estar vigilantes y bloquear el paso a los necios, que no se aprovechen de la situación.

Tengo algo de miedo a que no estemos preparados porque para ello, coincido de nuevo con Carrión, era preciso armarse con mejores valores y principios.

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