miércoles, octubre 24, 2007


Comprar ilusiones

Esta misma tarde tenía una conversación acerca de las motivaciones...

Charlando acerca de una empresa que conocemos y que le sigue dando vueltas a cómo mejorar la motivación de sus empleados. El caso es que hay un gap muy serio entre lo que la empresa hace, la intención con que lo hace y la percepción de lo que hace por parte de los empleados.

Es decir, la empresa no comprende porqué no se percibe como algo positivo aquello que dice y hace.

¿Dónde está el desencuentro? Pues en que el salario "emocional" no es sólo lo que activamente hacemos de forma consciente, sino en tantos otros elementos que intervienen de forma en ocasiones no consciente. El trato personal, el dejar espacio para el crecimiento. Está en aceptar que el otro no hará las cosas a mi manera, sino a su manera. Está en reconocer los méritos, en no darlos por supuestos, en no entender que eso no va incluido en el salario. Está en crear un clima de crecimiento, de desarrollo, no de obsesión por la tarea, sino en dar un enfoque hacia la visión.

Con el salario lo que conseguimos es presencia física. Con el salario no conseguimos ni que nos quieran ni generar ilusión. ¿Queremos más a nuestra pareja por el hecho de tener un contrato formal, llamémosle matrimonio? Pues no. Eso es una fórmula que concreta el compromiso. Pero no es algo que mantenga la ilusión, la magia, el amor.

Parece algo exótico hablar en términos de amor al referirnos a nuestro empleo, pero en parte estoy convencido que algo de eso tiene que haber. Las empresas deben comprender que si buscan ilusión, que las quieran, deben hacer cosas que generen amor. Y no es suficiente con pensar en que ya les estamos pagando lo que debemos, ni con organizar fiestas sorpresa. Serán muy bienvenidas, pero el verdadero y gran amor está en los pequeños detalles. Algo que también sabemos es que para recibir primero hay que dar.

Y si no, pregunten en casa...




sábado, octubre 13, 2007


Fonseca, motivador de vendedores (o no?)







Muchos de vosotros seguro ya habréis visto este vídeo. Para los que no, pues todavía puede tener algo de gracia.


Lo que ya no tiene ninguna gracia es que estos métodos sigan existiendo. Esta misma semana dos colegas míos me han llamado para explicarme sus penosas experiencias con el jefe (es el mismo para los dos!), un señor responsable de ventas a nivel nacional, con un supersalario, cochazo de empresa, acciones y demás parabienes...Pues bien, este energúmeno podría protagonizar un manual del management del estilo: "Cómo desmotivar a tus colaboradores, todo lo que siempre quisiste saber y nunca te atreviste a preguntar".



Este señor utiliza métodos antediluvianos de la gestión de equipos, sigue utilizando la bronca personal como recurso para incentivar la reacción, la humillación ante el resto del equipo y la ridiculización de la labor propia. Parece increíble, exagerado, pero eso precisamente es lo que lo hace más destacable. Resulta que la realidad una vez más supera la ficción. De hecho se podría hacer una comedia con su drama, lástima que para algunas personas sea su día a día.



Lo más triste del tema es que el equipo en cuestión está formado por profesionales como la copa de un pino, implicados hasta el túetano con el proyecto. Por lo menos, hasta hace unos días. Alguno ya está escuchando propuestas de otras compañías. Por cierto, ¿qué es peor? ¿qué se nos vaya el talento o que se nos queden en la organización personas válidas pero desmotivadas y desencantadas?


Ver el vídeo de Fonseca puede resultar más o menos entretenido, pero no hay que olvidarse del camino que nos queda por recorrer en el ámbito de la motivación de equipos. Muchas personas siguen creyendo que la única herramienta es el salario, y que por tanto, eso sólo ya da derecho a una exigencia de motivación por parte del otro. Se olvidan de aspectos tan importantes y clave para el desempeño del equipo como son el reconocimiento, el desarrollo profesional, la responsabilidad, la formación o la seguridad.


Cada vez resultará más complicado para las compañías retener al talento, puesto que éste se guardará de participar en proyectos poco motivantes.


Así que, ojito señor Fonseca, que esto se le va de las manos...









lunes, octubre 08, 2007


Algo no va...


El otro día repasaba en una ponencia de Pedro A. Gómez, de PriceWaterhouseCoopers presentada en AECOC la influencia en el futuro que tendrá la evolución de la economía China. Apuntaba Gómez algunos de los factores que pueden ser más relevantes en el futuro y de qué manera nos pueden acabar afectando.

En esta ponencia se presentaban algunas de las incertidumbres de la propia economía china y de su modelo de desarrollo basado en bajos costes y alta productividad, a menudo, a costa de la calidad del trabajo de sus empleados. Por ello, la cuestión de fondo estará en ver si éste modelo es sostenible o no y cuánto nos va a costar. Está claro que en su modelo será siempre complicado estimular la demanda a través del consumo del ciudadano dado el tamaño de su economía y de la cantidad de "combustible" que necesita para funcionar.

Curiosamente me he encontrado con este vídeo en youtube donde se muestran unas precarias condiciones de trabajo con un riesgo impresionante para las personas. No quisiera hacer demagogia, ya que no está claro que el vídeo esté grabado en ninguna empresa radicada en China. Sin embargo, creo que sí viene a cuento hablar de ello, cuando lo que está en discusión es hasta qué punto ciertas empresas están dispuestas a hacer dinero en el primer mundo a costa de dejar que siga sucediendo esto en el otro extremo del planeta, sea China o no.

Seguramente encontraremos esas piezas de hojalata preciosamente expuestas con girasoles de plástico en cualquier tienda de nuestro barrio, una de esas tiendas de oportunidad que abren todas las horas del día, sea festivo o no.

Y tampoco quisiera olvidarme en esta reflexión de nosotros, los consumidores. Todos somos juez y parte en esta historia, ya que de nuestro consumo a menudo irresponsable viven estas empresas. Quizá ya va siendo hora de modificar nuestro modelo de vida y de consumo, dando un giro hacia otras alternativas más en equilibrio con aquello que queremos que sea este planeta en el futuro.