miércoles, enero 21, 2009


Trabajar sobre lo importante, no sobre lo urgente

Tenía previsto hacer una entrada sobre gestión del tiempo personal ahora que andamos tan agobiados cuando encontré en Factor Humà esta entrevista (que de hecho se publicó en El Periódico) hecha por el recién premiado Gàspar Hernández (L'ofici de viure-Cataluya Ràdio) a Andrés Martín. La entrevista trata sobre como las preocupaciones colapsan nuestras energías y eso repercute en nuestra gestión del tiempo y sus resultados.

Como coincido con todo lo que se expone en la entrevista, os la reproduzco aquí:

Entrevista de El Periódico a Andrés Martín, especialista en reducción de estrés: "Hablar de la crisis fomenta la sensación de amenaza e incertidumbre, y eso genera una mayor preocupación. Esa preocupación agota nuestras energías"


Déme un antídoto para el estrés.
Siempre que hay estrés ponemos en marcha algún tipo de comportamiento orientado a reducirlo, porque el estrés es desagradable. El problema es que estas reacciones no suelen ser efectivas. A veces trasladan el estrés de un sitio a otro.


¿Qué quiere decir?
En la actual situación de crisis, si una persona tiene estrés porque cree que en su empresa puede haber una reducción de plantilla, eso le genera una preocupación, y esa preocupación hace que esté todo el rato hablando con unos y con otros, explorando qué puede pasar. Pero hablar de la crisis no es la forma de conservar el puesto de trabajo.


¿Y cómo se conserva un puesto de trabajo, según usted?
Demostrando que uno es eficaz aun en las situaciones más complicadas. Es muy difícil ser eficaz cuando se está preocupado por lo que ocurrirá. El estrés reduce la eficacia.


¿Es mejor no hablar de la crisis?
Hablar de la crisis fomenta la sensación de amenaza e incertidumbre, y eso genera una mayor preocupación. Esa preocupación agota nuestras energías, porque la preocupación es como tener un motor en marcha sin avanzar.


¿Cómo evitar la preocupación?
En primer lugar, dándose cuenta. La mente tiende a preocuparse.



Entonces ¿cómo parar ese mecanismo?

Llevando la atención a lo que está ocurriendo en el aquí y en el ahora, porque aquí y ahora es donde yo puedo actuar o poner en marcha una actuación determinada. La preocupación en sí no me lleva a ningún sitio y gasta energía.


¿Alguna otra herramienta?
Hacer ejercicio físico que alivie la tensión, cuidar la alimentación, dormir y cuidar las relaciones afectivas y aquellas cosas que generen emociones positivas.


¿Cómo gestionar el tiempo?
Cuando tenemos más tareas de las que el tiempo nos permite, surge una preocupación que nos lleva a acelerarnos. Pero, a partir de cierto punto, si la preocupación sigue aumentado, nuestra efectividad disminuye. Alguien con una preocupación excesiva trabaja apresuradamente, olvida cosas, comete errores, salta de una tarea a otra y tiene muchas interrupciones. Y todo ello redunda en una menor eficacia.


La agenda es básica.
Sí, porque se trata de programar el día conforme a las prioridades, dejando algunos espacios para imprevistos e intentando que nuestra mente esté concentrada en lo que está haciendo en cada momento. Cuando la mente está concentrada, no hay espacio para el estrés. Hacer una tarea después de la otra tiene un impacto mucho menor en nuestro sistema emocional.


¿Qué diferencia hay entre lo urgente y lo importante?
Cuando una persona trabaja orientada a resolver las cosas urgentes, como lo urgente lleva incorporado una sensación de prisa, siempre trabaja con prisa y eso le genera ansiedad, que es un tipo de miedo. Estas personas están siempre con una emoción negativa que les genera tensión. Cuando una persona trabaja orientada hacia las cosas que son importantes, lo que hace en su vida adquiere un mayor sentido. Y de esta forma encuentra una satisfacción porque ve que su tiempo está siendo bien aprovechado. Por lo tanto, trabaja sobre lo que es importante, y no sobre lo urgente, y así tendrá menos estrés.


Se trata de aprender a decir "no".
Exacto. Decir "no" a algunas cosas que, siendo urgentes, no son importantes. Porque las cosas importantes no se deben hacer con prisa.


No es fácil concentrarse en el aquí y el ahora. La mente es como un mono loco.
Yo sugiero habilitar un control de calidad de nuestro proceso mental, igual que en una cadena de producción. No todos nuestros contenidos mentales son saludables o efectivos. Hay algunos productos mentales, como la preocupación excesiva, que afectan a mi eficacia personal y a mi salud. Entonces, es importante el control de calidad para ver si esa preocupación o culpabilización sobre cosas del pasado realmente me está ayudando.


¿Y si no me ayuda?
Si no me ayuda a sentirme mejor o a ser mejor persona, pues entonces tengo que buscar la forma de desconectarlo.


¿Cómo?
Conectando con el momento presente, buscando la manera de que mis pensamientos sobre el pasado vayan orientados a aprender de mis errores y a alegrarme de mis éxitos, y que mis pensamientos sobre el futuro vayan orientados a preparar y anticipar lo que puede ser, sabiendo que el futuro siempre va a tener incertidumbre y que el pasado, pasado está. Es en el momento presente donde voy tomando las decisiones de cómo va a ser mi vida.

martes, enero 20, 2009


Lo que nos propone Barack Obama

Me llamó la atención hace ya unos meses conocer cuál era el mensaje central que Barack Obama había escogido para su campaña: "Yes we can". Simple, directo, claro, contundente, inclusivo, exigente, positivo, participativo... Las tres palabras que van ahí metidas son muy importantes y están bien escogidas. Si tuviera que quedarme con una sería we, nosotros. Habla del colectivo, de nosotros, de tí y de mí. Enlaza perfectamente con la idea de "no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país" , tan presente en la memoria política de los Estados Unidos.


Creo en su liderazgo, por necesario. Es visionario, transformador, vinculante y emocionante. Es una energía emergente tremenda, potentísima que todavía no sabemos hasta dónde podrá llegar, cuáles son los retos que podrá conseguir. En una coyuntura tan negativa como la que estamos atravesando a nivel medioambiental, político, social y económico es necesario darle la vuelta a esto con una fuerte carga de energía positiva y no con negativismo. Fuera el catastrofismo, los pájaros de mal agüero y la resignación. Bienvenido sea el esfuerzo, el sacrificio, el trabajo y la constancia que no debíamos haber abandonado.

Pero él sólo no podrá. Y lo sabe. Para eso está el we.


A las 12:00 de hoy martes juró el cargo en un horario ya previsto por su Constitución. La primera medida ha sido cambiar entera la página web de la Casa Blanca. Eso se producía a las 12 y un minuto exactamente. Toda la web está cambiada, de arriba a abajo. Allí uno puede encontrar todo tipo de información sobre el equipo de gobierno y sobre las diferentes políticas y agendas que pretenden desarrollar.

Pero lo más interesante para lo que aquí nos ocupa es el post inaugural sobre el cambio. Los ejes sobre los que desarrollan su estrategia en los medios son:
  1. Comunicación. Satisfacer la ingente necesidad de información sobre la marcha general de la economía, seguridad nacional y otros elementos estratégicos para los ciudadanos a través de RSS, comunicados oficiales, actualizaciones por e-mail, etc. Ya durante la campaña la gestión de los medios digitales y las herramientas relacionadas han sido clave para el éxito de su candidatura. Podéis ver aquí el resumen que hace Juan Freire en su blog.

  2. Transparencia. Ser una ventana al mundo en referencia a las decisiones ejecutivas, anunciamientos y decisiones del Presidente. Conocer en todo momento cuáles van a ser las prioridades de la nueva administración.

  3. Participación. Todas las nuevas leyes no relacionadas con emergencias serán publicadas en la web durante 5 días para que puedan ser comentadas y se puedan hacer propuestas ciudadanas.
Éste no es un blog sobre política, pero este acontecimiento es tan relevante que nos va a afectar en nuestra vida cotidiana. ¿Cuáles son las enseñanzas que podemos extraer de esta propuesta? Porque todos y cada uno de nosotros somos ese we, esa invitación a superar todo esto.

Pues para empezar comunicación, transparencia y participación me parecen tres buenos principios para superar la crisis también en nuestras empresas.

  1. Comunicación. Saber en todo momento cuáles son los problemas reales de la organización y dónde están. Conocer si mejoramos o empeoramos. Todos estamos en este barco y todos debemos conocer su marcha, sea buena o no. Y no me refiero sólo a información descendente, hablo de comunicación real entre personas, entre departamentos, entre estamentos, entre delegaciones, entre sucursales. Y está claro que la red y las herramientas 2.0 nos pueden echar una mano y además por muy poco coste.

  2. Transparencia. Todos los empleados deben conocer las decisiones, prioridades y políticas de la dirección. Ahora menos que nunca el oscurantismo es recomendable. La información mata al rumor y da confianza, la base para trabajar todos los días. Hay que volver a creerse que esto es posible, que se le puede dar la vuelta. Tenemos que creer en lo que hacemos, y para ello necesitamos confiar en el proyecto.

  3. Participación. Las pequeñas contribuciones son las que mejoran el resultado global. Sin un colectivo comprometido no superaremos la crisis. El que está más cerca del problema es el que está más preparado para ofrecer soluciones. Nuevos puntos de vista y nuevas soluciones son necesarias.

Una nueva figura emergente ha llegado y no parece que vaya a pararse. Ésta es una gran oportunidad de cambio, de mejorar y de avanzar. Pero para eso todos tendremos que arrimar el hombro. Con energía positiva, con ganas y con empuje. Este planteamiento es exigente, para los directivos y también para los que no lo son. Son los líderes a los que les toca impulsar el cambio, contagiar el entusiasmo y la visión del resultado. Ellos deben dar un paso adelante y provocar la acción en el colectivo. Pero luego todos los demás deben participar, no observar. Hay que arremangarse y luchar con inteligencia, entre todos.

Porque juntos podemos, vaya si podemos.



lunes, enero 19, 2009


La mala educación

La semana pasada ocurrió algo que me dejó de piedra... una vez más. Tiene que ver con recursos humanos, pero sobretodo con la educación. Mejor dicho, con la mala educación. Deberían emitir carnets de directivo renovables previo riguroso examen cada cierto tiempo. Y en ese hipotético y poco probable examen habría una parte obligatoria y no convalidable de educación, de la buena. De la que dan los padres en casa, de la que se copia de los mayores. De la que está claro que algunos carecen. Y es que en tiempos de crisis es cuando mejor podemos conocer la catadura moral de las personas. Alguna vez ya hemos hablado aquí de como es en la adversidad cuando podemos observar mejor las cualidades de los líderes, pero es que la realidad es muy, muy tozuda. Por favor, nunca hagan esto a su gente.
Déjenme que les describa la escena: es viernes por la mañana de un fin de semana cualquiera. Hace quince días fue Navidad y el año se cerró con normalidad. Bueno, con normalidad no, porque las cosas no van bien. Hace meses que la empresa tiene problemas con las ventas, con los márgenes, con el stock, con los cobros...Desde entonces el buen ambiente se ha ido a hacer puñetas.
Antes no, antes nuestro hombre estaba bien considerado; un puntal en la empresa. Él era uno de los artífices del éxito, una de esas piezas que contribuyen un año sí y otro también al crecimiento, un tipo conocido en el sector, con prestigio. Nunca una mala crítica, nunca un desdén. Todo virtudes, un gran profesional y mejor persona, se decía. Antes los viernes había cierta alegría. Salían sobre las 12 e iban al bar de al lado a encargar el aperitivo para luego. Deja, ya pago yo que el mayor ha cumplido ya un año. ¿Y cómo está tu mujer? A ver si quedamos y cenamos. A ver.
Antes en la oficina siempre había chistes, confianza, alegría de vivir. Ahora no, hacía ya unos meses que todo eran malas noticias. Se rumoreaba que alguna de las empresas del grupo tenía problemas serios y que probablemente alguno acabaría en la calle.
Pero nuestro hombre nunca piensó que le podía tocar a él. Y si lo pensó nunca creyó que iba a ser en el minuto siguiente, siempre creyó que le citarían un día cualquiera diciéndole para qué le llamaban. Creía que le dejarían despedirse de todo el mundo, que necesitarían que les contase con todo detalle en qué situación están todos los asuntos. Que tendría que explicarles cómo se llama ese tipo tan amable de Sabadell que pasa los pedidos el 25 para que puedas cerrar el mes. Que querrían saber porqué consumen ese modelo y no otro. Que necesitaría varios días para cerrar las propuestas que tenía ya enviadas. Pensó que a su jefe le costaría echarle, las habían pasado juntos de todos los colores y llegado el caso todo sería muy noble.
Son las 10 y en la oficina hay un señor con un traje y una corbata que se identifica como un abogado de la empresa. Eso se sobreentiende que quiere decir que representa a la empresa. Nunca lo pensó, nunca creyó que podía ser así. Ese señor que dice que es abogado pregunta por nuestro protagonista y le explica en nombre de la empresa para la que los dos trabajan que está despedido. Le pide que deposite encima de la mesa las llaves del coche de empresa, el teléfono y por supuesto el ordenador portátil. Como medida condescendiente le deja que copie los archivos personales que pueda tener a una memoria externa. Ya se sabe, fotos personales, de la última cena con todos los compañeros, esas cosas. Eso sí, el señor que dice que es abogado está muy atento y controla que no se copie algún archivo ese señor que ahora ya no es un puntal, ahora es un sospechoso.
El señor que dice que es abogado realmente debe serlo, viene bien preparado. Trae consigo una cartera oscura donde guarda unos documentos para nuestro hombre. Se trata del finiquito, la liquidación, una carta donde admite que no reclamará nada más y que se da por bien pagado, un talón nominativo con las cantidades esperadas y otro documento más.
Es una extraña y curiosa carta. Viene firmada por su jefe, el que no está y lleva el membrete de la empresa. Hay pocas, muy pocas líneas en ella. Dice esa carta que está despedido por un "descenso continuado del rendimiento". Él quisiera pedir explicaciones, pero comprende, ahora sí, que el abogado no se las va a dar. Nadie se las quiere dar.
Hoy es viernes en la oficina, son las 12 y todos están en silencio.

martes, enero 13, 2009

Capacitación: ¿gasto o inversión?

La gente no compra productos, compra lo que los productos hacen por ellos” Wolfgang Castillo Castro.
¿Gasto o inversión?, es uno de los interrogantes que acompaña a los gerentes cuando deben tomar la decisión de asignar recursos económicos para formar, capacitar o entrenar a su personal.
¿Sirve para algo la capacitación?, Claro que sí, es una oportunidad que tiene la empresa para desarrollar en sus colaboradores sus potencialidades y ponerlas al servicio de sus resultados corporativos. José Manuel Vecino, Gerente de Jobmanagementvision.com comenta algunos de los beneficios que podemos observar en un plan de capacitación orientado al mejoramiento de las competencias y capacidades del personal:
1. Desarrollo de compromiso frente a la tarea y la organización.
2. Incremento de la productividad personal y de los equipos.
3. Apoyo en la auto motivación para el desarrollo de su gestión.
4. Auto conocimiento de fortalezas y debilidades en cada persona.
5. Puesta en práctica de habilidades gerenciales
6. Mejoramiento del trabajo en equipo y del equipo de trabajo.
7. Valoración de sus propias capacidades (Auto confianza).
8. Actualización de conocimientos especializados.
9. Innovación en las prácticas gerenciales y de gestión.
10. Reconocimiento de competencias y conocimientos a desarrollar.

Finalmente, la capacitación es un medio para lograr los resultados de mejoramiento esperado en el personal y de productividad para la organización, pero no es el único, existen otro tipo de intervenciones que pueden llevar a los resultados esperados de tal manera que por fin los gerentes puedan decir con entusiasmo que valió la pena la inversión (no el gasto) que se hizo en capacitación.

¿Qué esperar de un proceso de capacitación?, Esta pregunta, presente cada vez que iniciamos un programa de formación y desarrollo para el personal, nos acosa sin que podamos dar una respuesta satisfactoria evidenciable a pesar de los esfuerzos y recursos que cada año dedicamos a seminarios, talleres y conferencias.
En los últimos años se han desarrollado e implementado herramientas orientadas a medir el impacto de la capacitación y verificar el retorno sobre la inversión. Algunos de estos instrumentos miden el mejoramiento del desempeño en el puesto de trabajo y desarrollan modelos que permiten establecer la curva de aprendizaje en cada uno de los participantes en las actividades de capacitación. Otros modelos miden el cierre de la brecha entre las competencias esperadas por la organización y las ‘potenciables’ en los candidatos que participan en programas de formación y coach orientados a los aprendizajes comportamentales.
Por otra parte, y creo no equivocarme, la gran expectativa de quienes tienen la responsabilidad de gerenciar los procesos de capacitación es la de poder medir los resultados de las intervenciones de desarrollo y formación en resultados económicos tangibles: más ingresos, más clientes y mayor posicionamiento en el mercado.
Sin embargo creo que es importante tener clara la diferencia entre productividad y competitividad para preguntarnos si es posible garantizar los resultados comerciales y financieros de la organización a partir de las intervenciones en capacitación. Es de mucho impacto medir la capacitación y sus resultados, pero en términos de mejora en la productividad y en términos de personas y equipos competentes que garanticen un producto o servicio acorde a las expectativas del cliente.
Creo que podemos esperar mucho de la capacitación siempre y cuando sea entendida como un soporte al desarrollo de la estrategia corporativa y seamos concientes del alcance que tiene y también de sus limitaciones.
Àngela Pujol - apujol@tauformacion.com