jueves, julio 26, 2007


Futuro se escribe con "f" de formación

Hoy les escuché a Xavier Arnavat decir aquello de "el futuro se escribe con "f" de formación". Al escucharlo de nuevo (me temo que la frase no es suya) reforzó mis convicciones sobre lo estratégico que resulta la adecuada capacitación de las personas que conforman nuestros equipos...


Xavier lo vinculaba al hecho de que la formación por un lado mejora nuestra competitividad y por el otro contribuye a fidelizar el talento en nuestras organizaciones. Pues es cierto, yo pienso igual.


Para muchas personas el que la empresa le permita y le ayude a crecer profesionalmente es un factor de motivación muy importante. Cuando un empleado es un gran profesional lo que desea es crecer, no estancarse profesionalmente, ni en contenidos ni en formación. Por ello, para retener nuestros talentos será conveniente proporcionar un entorno donde el crecimiento personal y profesional esté alineado con nuestra visión estratégica.





Habitualmente las empresas se quejan de lo que cuesta encontrar profesionales cualificados. Y es cierto que no resulta sencillo. Pero en realidad de lo que se quejan es de lo que cuesta fidelizar a las personas que forman la empresa, de que se identifiquen con los objetivos y que contribuyan de forma eficaz a los mismos. En definitiva, de lo que cuesta retener el talento, seguiendo a la vez con el paradigma que una persona demasiado formada acabará marchando.





Parte de eso es cierto, de la misma forma que también lo es el hecho de que demasiadas empresas no se preocupan de tener satisfechos a sus empleados y todo se reduce a una ecuación cuyos componentes son el dinero y las horas...Así que más vale que las empresas consideren todos aquellos elementos que contribuyen a motivar a los empleados, y es aquí donde la formación adquiere un valor destacado.

Pero adicionalmente existe otro argumento, si se quiere, más egoísta desde el punto de vista empresarial. Ya todo el mundo sabe que los mercados son cada vez más competitivos y maduros. En un entorno feroz, global, como es este en el que nos ha tocado vivir y convivir sólo acabarán sobreviviendo las mejores empresas, las más eficaces, las que dispongan de una mayor competitividad que las demás.


No hay duda de que la mejora de la competitividad la conseguiremos a través de la mejora de la competitividad de nuestros equipos humanos.


Y ¿acaso se puede conseguir todo eso sin formación?

jueves, julio 19, 2007


El arte de la guerra...

Ahora que ha llegado el verano uno revisita algún clásico para encontrar viejas enseñanzas para los nuevos problemas...

Dice Sun Tzu en su libro "El arte de la guerra", "cuando estés en medio de la batalla, incluso aunque estés ganando, continuar mucho tiempo en ella desanimará a tus tropas y embotará tu espada; si estás asediando una ciudadela, agotarás tus fuerzas. Si mantienes a tu ejército durante mucho tiempo en campaña, tus suministros serán insuficientes".


Javier Fernández Aguado hace referencia, como es habitual en él con grandes dosis de humor, a las "patologías y enfermedades" que pueden afectar a una organización, lo mismo que al cuerpo humano. A través de esta comparación tan gráfica y fácil de comprender él expone cuáles son los principales males que pueden afectar a nuestra empresa por un mal mantenimiento, una mala gestión de los recursos y, por supuesto, por un indebido liderazgo (la cabeza de nuestro cuerpo).

Es decir, no podemos estar permanentemente con el músculo tensionado. Debemos encontrar momentos de serenidad y reflexión, no solamente para reposar sino también para saber valorar los éxitos conseguidos y poder planear de nuevo otros proyectos. Es clave para nuestros equipos, formados por personas, parar la máquina cada cierto tiempo para darnos cuenta del camino recorrido, de los méritos que hemos realizado y también de lo que nos queda por recorrer.

¿Conocen nuestros equipos cuáles son los objetivos a largo plazo? ¿Saben de forma cierta cuál es la finalidad última? ¿Comparten y actuán alineados con la misión y la visión?

El viaje es largo y continuado, para ello es preciso ir cubriendo pequeñas etapas. En cada una de ellas deberemos ir consolidando el camino y celebrando lo conseguido. Pero no podemos pedir a las personas que integran nuestra empresa que emprendan el viaje sin un mapa, una brújula y un destino.

De otra forma les estaremos desorientando ¡a la vez que continuadamente les pedimos que aumenten la marcha!

Ahora a eso le llamamos "estar quemado", pero ya vemos que es algo que viene mucho tiempo, demasiado, sucediendo. Si nuestros equipos están en permanente tensión, constantemente detrás del crecimiento, de conseguir objetivos; ¿cuándo descansarán? ¿cuándo llega la recompensa?

Las empresas están inmersas en mercados hipercompetitivos que exigen una vigilancia absoluta y no permiten la relajación. Pero los líderes deben considerar muy bien cuáles son los ciclos de su organización, dónde están los picos y dónde los valles. Cuándo hay que estirar y también cuándo hay que ceder. En qué deben apretar y en qué aflojar.
En definitiva, ser líder consiste en tener la capacidad de conseguir que nuestros equipos consigan dar lo mejor de sí mismos.