lunes, noviembre 10, 2008


La empresa sensual

El jueves pasado pude saldar una deuda. Hacía algún tiempo que había oído hablar de Jesús Vega y me rondaba la mosca detrás de la oreja. Sabía que había publicado un libro llamado "La empresa sensual", un título poco común para las estanterías de management. Luego supe que había sido el director de recursos humanos de Inditex (casi nada, más de 70.000 trabajadores...)


Supe también que es un libro que ha despertado cierta polémica en algunos foros y blogs compañeros de temática, así que me picaba la curiosidad para ver sobre qué iba la idea, así que en cuanto me enteré que pasaba por Tarragona (cortesía de Unique) supe que no podía perdermelo.

Tenía Jesús una hora difícil, las 4 de la tarde y además un auditorio heterogéneo. Sin embargo creo que se puso a la gente en el bolsillo.

La idea central no es nueva, él no es el primero que nos la presenta y lo sabe. Sin embargo, eso no le quita mérito ninguno. Una cosa es la teoría académica y otra muy distinta levantarte todos los días y practicar con los hechos, sin plantearte más dilemas, simplemente actuar en base a unos principios, a una guía de actuación. Sólo que por eso merece nuestra atención.

Dice Jesús (y con mucha razón) que la época de la imposición pasó en nuestra sociedad y probablemente no volverá en mucho tiempo. Que ya no podemos no dar opciones a los consumidores; que los productos están igualados y que la gente puede escoger. Y que es consciente de ello.

Los trabajadores también saben que pueden escoger el sector, incluso la empresa donde trabajar. Por lo menos, pueden escoger en la que no quieren trabajar. Saben que ya no hay empleos para toda la vida y que por tanto todo es muy relativo. Así que cuando lo único que les ofrecemos una nómina en base a la media del mercado o malas condiciones de trabajo simplemente nos dejarán en cuanto llegue una oferta ligeramente mejor.

Y lo que ya es indiscutible es que dependemos de ellos para que todo funcione, para mantener la productividad y la competitividad. Entonces, ¿en qué era estamos? Pues en la era de la seducción. Obama es seductor, como lo fueron antes Kennedy o Luther King. Zara es seductora como también lo es Apple, Google o Starbucks. Es decir, las personas siguen con nosotros y se vuelcan en el proyecto porque les seduce, porque les enamora la idea de pertenecer a un proyecto determinado, de contribuir en parte a algo que les remueve y les impulsa. Esta idea está muy próxima a la de las "lovemarks", pero él pone el foco en las personas directamente. Jesús propone hacer sentir el "deseo" de participar a través de un paquete retributivo generoso, un trato más que digno y un proyecto atractivo. Dice también algo que es sabido, y es que para exigir, primero hay que dar. Es en ese orden como funciona el corazón de las personas, no al revés.

Es cierto que su mensaje puede resultar provocador por alguno de sus comentarios hacia el talento, la formación o los consultores. No obstante, creo que no debemos perdernos en interpretaciones más o menos sesgadas y sectarias y fijarnos en el núcleo del mensaje, en lo esencial.

No cree Jesús en entornos liderados sólo por talentosos directivos, sino en el esfuerzo cotidiano colectivo, en el trabajo en equipo, en el talento individual de todos y cada uno de los empleados. No cree tampoco en la formación inútil, la que no transforma. Yo tampoco, dicho sea de paso. Cree en cambio en la participación y el compromiso, no en la obligación y la autoridad. Y pone ejemplos en su libro, cualquiera lo puede aplicar, ya sea empresas grandes o pequeñas, de servicios o de producción.

Eso sí, nos advierte que después del deseo se debe mantener la pasión todos los días para que no nos invada la rutina de los matrimonios acomodados (¿el caso de algunos funcionarios?).

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