martes, abril 22, 2008


Recomendación para Sant Jordi

Creo honestamente que la diada de Sant Jordi es de los pocos elementos de nuestra tradición cultural que hemos sabido exportar con cierta habilidad desde Catalunya. Otra cosa es que se haya conseguido asociar esa tradición con Catalunya. Pero como este no es un blog de opinión política me ahorro comentarios...
Sin embargo, me voy a atrever a recomendar un libro para mañana. Es un libro que se publicó en 1946 pero que recientemente ha vuelto a mi de una forma especial. Los que ya conozcáis el famoso discurso de Steve Jobs en Stanford ya conocéis su teoría de los connecting dots. Pues eso.


Se trata del libro de Victor Frankl "El hombre en busca de sentido". El Sr. Frankl fue de los pocos prisioneros supervivientes del campo infernal de Auschwitz.

A pesar de haberlo perdido prácticamente todo (su esposa, su familia, sus propiedades, su trabajo) Frankl encontró un modo de sobrevivir emocionalmente a tanta barbarie. Él halló el modo de preservar una importante y única libertad interior que superaba en fuerza y poder a la obligación de permanecer en el campo.


Es a través de encontrar un sentido al sufrimiento que él consiguió aliviarlo. Expresa con una increíble fuerza cuál es la capacidad humana para sobrevivir a la humillación, la alineación más brutal, a la amenaza cotidiana de la muerte y la hambruna.


Stephen Covey ya le mencionaba en su libro de referencia "Los siete hábitos de la gente altamente efectiva" para explicar la proactividad. Sin duda una obra que os va a impactar a aquellos que os decidáis a leerla. Os reproduzco a continuación un pequeño párrafo:


"El pesimista se parece a un hombre que observa con temor y tristeza como su almanaque, colgado en la pared y del que a diario arranca una hoja, a medida que transcurren los días se va reduciendo cada vez más. Mientras que la persona que ataca los problemas de la vida activamente es como un hombre que arranca sucesivamente las hojas del calendario de su vida y las va archivando cuidadosamente junto a los que le precedieron, después de haber escrito unas cuantas notas al dorso. Y así refleja con orgullo y goce toda la riqueza que contienen estas notas, a lo largo de la vida que ya ha vivido plenamente. ¿Qué puede importarle cuando advierte que se va volviendo viejo? ¿Tiene alguna razón para envidiar a la gente joven, o sentir nostalgia por su juventud perdida? ¿Por qué ha de envidiar a los jóvenes? ¿Por las posibilidades que tienen, por el futuro que les espera? “No, gracias”, pensará. “En vez de posibilidades yo cuento con las realidades de mi pasado, no sólo la realidad del trabajo hecho y del amor amado, sino de los sufrimientos sufridos valientemente. Estos sufrimientos son precisamente las cosas de las que me siento más orgulloso aunque no inspiren envidia”.

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