Ayer mismo tuve oportunidad de asistir a una charla en sobre la reciente publicación de la Ley de Igualdad.
Ante esta novedad es creciente la curiosidad y a la vez inquietud que dicha ley orgánica ha generado entre los empresarios. Es cierto que ante esta regulación aparecen ya voces contrarias aduciendo que esto limita la libertad de acción de la empresa y que más pronto o más tarde esto generará nuevos costes y con ellos menos competitividad. Ante esto, acertadamente, un ponente (de la empresa Reckitt-Benckiser) recordó a los agoreros que anunciaban el fin de la economía ante la ley de Prevención de Riesgos Laborales.
Dejando de lado si la ley está más o menos acertada lo que está claro y es evidente es que las mujeres no tienen las mismas facilidades que los hombres para desarrollar plenamente su carrera profesional. Existen cantidad de barreras que hemos ido formando entre todos que impiden que las mujeres puedan compaginar a lo largo de su vida la faceta profesional con la familia. Llegado el momento decisivo son ellas quienes se hacen cargo del cuidado de los hijos (y de los padres). Hijos que, por cierto, son de los dos.
En el otro extremo están algunas empresas y empresarios (los menos) que creen firmemente que merece la pena contar con mujeres en su plantilla y, por supuesto, en cargos de confianza. ¿ Porqué ? Pues porque a los hombres nos ganan por goleada en muchos aspectos.
Gestionan de forma magnífica los equipos y las emociones que conllevan las pequeñas decisiones cotidianas. Saben escuchar y escuchan, se comprometen más y mejor, son "multitarea" y pueden ser muy, pero que muy creativas.
No quiero decir con esto ni que todas las mujeres son magníficas ni que todos los hombres son un desastre, pero desechar tanto talento es un lujo, ¿no os parece?
Ante esta novedad es creciente la curiosidad y a la vez inquietud que dicha ley orgánica ha generado entre los empresarios. Es cierto que ante esta regulación aparecen ya voces contrarias aduciendo que esto limita la libertad de acción de la empresa y que más pronto o más tarde esto generará nuevos costes y con ellos menos competitividad. Ante esto, acertadamente, un ponente (de la empresa Reckitt-Benckiser) recordó a los agoreros que anunciaban el fin de la economía ante la ley de Prevención de Riesgos Laborales.
Dejando de lado si la ley está más o menos acertada lo que está claro y es evidente es que las mujeres no tienen las mismas facilidades que los hombres para desarrollar plenamente su carrera profesional. Existen cantidad de barreras que hemos ido formando entre todos que impiden que las mujeres puedan compaginar a lo largo de su vida la faceta profesional con la familia. Llegado el momento decisivo son ellas quienes se hacen cargo del cuidado de los hijos (y de los padres). Hijos que, por cierto, son de los dos.
En el otro extremo están algunas empresas y empresarios (los menos) que creen firmemente que merece la pena contar con mujeres en su plantilla y, por supuesto, en cargos de confianza. ¿ Porqué ? Pues porque a los hombres nos ganan por goleada en muchos aspectos.
Gestionan de forma magnífica los equipos y las emociones que conllevan las pequeñas decisiones cotidianas. Saben escuchar y escuchan, se comprometen más y mejor, son "multitarea" y pueden ser muy, pero que muy creativas.
No quiero decir con esto ni que todas las mujeres son magníficas ni que todos los hombres son un desastre, pero desechar tanto talento es un lujo, ¿no os parece?
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