En primer lugar debo decir que iba muy excéptico y perezoso, la peor de las actitudes para estos saraos, seguro. Y también debo decir que estaba equivocado. Claramente vencido el rubor inicial fluyen las oportunidades de conversar, colaborar, vender, comprar, conocer, escuchar, contactar, recontactar, crecer y dejar crecer. Pero vamos al grano, que luego se alarga el post.
El viernes estuve en el Annual Meeting EADA Alumni, un reencuentro anual para ex-alumnos. Este año la propuesta era una actividad de networking sectorial abierta sin embargo en cualquier sentido. Y la segunda e interesantísima parte fue una charla-conferencia del Doctor Mario Alonso Puig, un fenómeno. Nunca le había escuchado así que no tenía claro de qué palo iría el Sr. Alonso. Y me encantó.
Nuestro cerebro parece que está programado para rechazar la información que no estamos buscando y destacar la que sí estamos buscando (o nos hacen ver). Destina más energía a discriminar información que a otra cosa. Y lo hace en función de qué criterio le damos para identificar esa información.
André habló con extrema franqueza sobre sus fracasos empresariales, sonados y rotundos. En dos ocasiones se arruinó hasta quedarse sin nada absolutamente, ni siquiera una casa propia. Más allá de su caso particular hizo incidencia a través de su testimonio de lo importante que resulta no esconder el fracaso, no hacer ver que no existe.
Habló de la necesaria capacidad de rebote, de la entereza y fuerza interior que se necesita. Habló de no dejarse intoxicar por el entorno por duro que sea, y mucho menos trasladar negatividad a las personas queridas. Habló de esforzarse y de llamar a todas las puertas, y también de equilibrar la dedicación al proyecto con la familia. Habló de no perder el foco en ningún momento, de no dejarse arrastrar por la corriente negativa que estira cuando todo va mal. Habló de buscar oportunidades donde otros sólo ven dificultades.
Yo le agradezco su mensaje porque habitualmente sólo nos llegan historias de éxito, casi nunca de fracasos. Y ahora estamos rodeados de ellos. Dijo Churchill que el éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse.
Y de pronto los “connecting dots” estaban ahí de nuevo, delande de mí. En el fondo Mario Alonso y André Vanyi-Robin hablaban de lo mismo. Los dos con enfoques muy distintos me hablaron de luchar por lo que uno quiere sin perder el objetivo de vista, recficando y corrigiendo por el camino si es preciso. Hablaron de cambios profundos en el entorno que te amenazan hasta en lo más íntimo y de cómo ante eso algunos sujetos escogen rendirse y otros seguir luchando.
Me alegro de haber ido a ambos eventos. He podido conocer a gente estupenda con la que además probablemente (sólo muy probablemente) pueda surgir alguna colaboración. ¿Qué más se puede pedir?