martes, junio 08, 2010


Sobre los funcionarios y su 5%














Sabe Dios que nunca he sido devoto de la virgen del funcionariado. Es más; soy muy crítico con algunos de ellos.  

Me cruje el sentido común cuando veo a uno como se lee el periódico del derecho y del revés delante de todo el que quiera verlo. 
Me fastidia cuando un alumno me dice aquello de "Yo no voy a participar, no te lo tomes mal. Es que aquí estoy mejor que en mi puesto."
No me cabe en la cabeza que alguno se presente a una selección de personal con el carnet del partido de turno entre la documentación fotocopiada. 
No soporto que amigos míos se hagan funcionarios y me digan a la cara que lo hacen para poder vivir del cuento.

Pero también alucino cuando la maestra de mis hijos se toma toda la paciencia y el amor del mundo para explicarles porqué la tierra gira o porqué en chino su nombre se escribe diferente. 
No puedo entender cómo alguien es capaz de arriesgar su vida todos los días sólo porque forma parte de su rol. 
Y por supuesto me encanta cuando el auxiliar eficaz se esfuerza en darme un buen servicio tanto si el sistema se le cuelga como si no.

Así que vale, saquemos este tema de en medio. Caen mal y tienen mala prensa. Ganada a pulso por años de ineficacia tanto si era responsabilidad suya como si no. 
Pero debemos admitir que pagan justos por pecadores. O como me decía hoy en twitter @xmenduina "Cobran justos por pecadores". 

Entonces no es de extrañar que el recorte de salario a los funcionarios (hasta 7.200 millones de euros) haya levantado incluso simpatías al estilo de:

"Ya les está bien, llevan años chupando del bote."
"Los trabajadores ya hemos pagado, ahora les toca a ellos."
"Yo no les bajaría el 5%, les bajaría el 50%."

Y por el otro lado también he escuchado estos días:

"Son los trabajadores quienes deben pagar, en los años buenos se han podido forrar."
"Tu tienes tres hijos, ¿no? Pues yo soy una de las que te han pagado los cheque-bebé."

Y sí, habrá los que se merezcan este recorte y otros peores, de acuerdo. Pero no podemos liquidar este tema con una brocha tan gorda.

No quiero pensar que el Gobierno la ha tomado precisamente con los funcionarios por estas antipatías y otras peores. Sin embargo da la impresión que una vez más se mira en la dirección incorrecta, al más puro estilo del empresario que no habiendo hecho los deberes sólo tiene ocurrencias de recortes de derechos y salarios.
En esto no difieren demasiado de los dirigentes empresariales a los que tanto se critica por la gestión de sus empresas, ¿verdad?

Yo no tengo ni idea de economía, como de tantas otras cosas. Pero mi humilde experiencia como ciudadano y empresario me ha dado para ver auténticos derroches, despilfarros, malas contrataciones y peores ejecuciones. 
En lugar de hablar de salarios y congelaciones, me gustaría que estuviésemos hablando, por ejemplo, de:

- La duplicidad de funciones en diferentes administraciones públicas (por ejemplo, en la promoción turística de un territorio).
- Administraciones y servicios sobredimensionados. ¿Realmente necesitamos que nos envíen un SMS para recordarnos que tenemos cita con el médico?
- Porqué no se han modernizado ya algunas administraciones, como por ejemplo, la de Justicia. 
- Más participación ciudadana en la prioridad de las agendas políticas. Me refiero a la oportunidad temporal de plantear cuestiones como la reforma de la Diagonal, la eliminación de publicidad en RTVE o los ya famosos 400 € por barba.
- Mayor control y transparencia sobre el dinero público que se ha destinado a salvar entidades financieras y qué se ha hecho con él.
- Medidas que contribuyan a mejorar la productividad de las administraciones públicas. 
- Muchos más medios y dureza contra la corrupción en las administraciones públicas.

En twitter circula una etiqueta (#otratijera) con la que se ha generado una conversación sobre medidas alternativas al plan presentado por el Gobierno. Y hay algunas de ellas muy interesantes y apropiadas. Por supuesto también en los blogs hay una buena conversación sobre todo ello. 

Intuyo que a este país lo que le falta es una reforma profunda de las administraciones públicas y restablecer los criterios sobre cuáles deben ser sus servicios y cuál es el nivel de los mismos que podemos pagar en realidad. Recortar el salario a los funcionarios es una medida de aquí-te-pillo-aquí-te-mato pero no nos va a evitar replantearnos como país cómo nos queremos gestionar y de qué manera. 

De todo eso no se está hablando para nada (salvo en algunos reducidos círculos). Eso sería hablar de futuro, y ya sabemos que los políticos trabajan por urgencias. 
Y las urgencias aquí las marcan las encuestas.