domingo, abril 29, 2007


¿La motivación o la automotivación?

Para que el rendimiento de una persona en su puesto sea el óptimo no basta con que esté preparada y tenga los recursos adecuados. Será necesario que además "quiera" hacerlo.

Este detalle es el que hace que la condición humana marque la diferencia. Es el ser o no ser de un profesional. No hace falta buscar ejemplos en nuestro entorno, basta con mirarnos a nosotros mismos y sernos sinceros. ¿Nos consideramos buenos profesionales? ¿Somos lo que se dice "confiables"? ¿Estamos siempre a tope?, o por el contrario, ¿hay determinadas temporadas en las que nos ha faltado ese algo ?
¿Cómo podríamos definir qué es lo que nos "enchufa" a nuestras tareas o lo que hace que nos desconectamos y simplemente vayamos tirando? La motivación no es como un café doble que te pone a cien sin un sentido claro. La motivación que nos interesa no es de ese estilo. Nos referimos a aquello que nos hace tener siempre presente nuestros objetivos y metas y que no desfallezcamos en las dificultades del día a día. El trabajo nos presenta multitud de oportunidades para el escapismo. Por extraño que parezca, lo más difícil siempre es poder planificar, ordenar, priorizar, ejecutar con eficacia, no sólo eficiencia.
Para conseguirlo pues, como decía, no basta con disponer de los medios y los conocimientos. Se precisará además ese plus de motivación que nos haga permanecer alerta en el alcance de los objetivos planteados. Se supone que para ello está nuestro responsable directo, figura directamente señalada cuando se trata de encontrar motivos para la falta de motivación de sus equipos. Cierto es que la responsabilidad de todo líder (la principal) es conseguir que su equipo trabaje con un alto rendimiento donde cada miembro sea capaz de aportar lo mejor de sí mismo, dejando de lado individualismos en pro del equipo.
Nuestro líder precisará pues de las motivaciones individuales para poder llegar a buen puerto la nave. Pero, a ver, seamos sinceros. ¿Nuestros jefes están REALMENTE dedicados a motivarnos como sobre el papel debieran? Pues seguramente no lo suficiente.
Ya sabemos lo que nos dice la teoría académica sobre la conducción de equipos y lo clave de la motivación de las personas que los integran. Pero, ¿qué hacemos los subordinados si esa motivación no llega como debiera? Sin pretender excusar un mal liderazgo, convengamos que si uno no desempeña adecuadamente sus tareas y va alcanzando objetivos también se verá afectado en mayor o menor medida. Nuestra carrera profesional está evaluada en función de los resultados que vayamos consiguiendo y de cuántos recursos hayamos dedicado para conseguirlos. Así es que si el equipo no funciona, el líder acabará profesionalmente perjudicado y nosotros, también.
Por todo ello parece necesario que mientras nuestro jefe directo acaba de recibir su curso de gestión de equipos, por si acaso, vayamos buscando en nuestro interior la motivación hacia los objetivos, aquellos elementos que hacen que nos sintamos bien ante un trabajo bien hecho.

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