Charlando acerca de una empresa que conocemos y que le sigue dando vueltas a cómo mejorar la motivación de sus empleados. El caso es que hay un gap muy serio entre lo que la empresa hace, la intención con que lo hace y la percepción de lo que hace por parte de los empleados.
Es decir, la empresa no comprende porqué no se percibe como algo positivo aquello que dice y hace.
¿Dónde está el desencuentro? Pues en que el salario "emocional" no es sólo lo que activamente hacemos de forma consciente, sino en tantos otros elementos que intervienen de forma en ocasiones no consciente. El trato personal, el dejar espacio para el crecimiento. Está en aceptar que el otro no hará las cosas a mi manera, sino a su manera. Está en reconocer los méritos, en no darlos por supuestos, en no entender que eso no va incluido en el salario. Está en crear un clima de crecimiento, de desarrollo, no de obsesión por la tarea, sino en dar un enfoque hacia la visión.
Con el salario lo que conseguimos es presencia física. Con el salario no conseguimos ni que nos quieran ni generar ilusión. ¿Queremos más a nuestra pareja por el hecho de tener un contrato formal, llamémosle matrimonio? Pues no. Eso es una fórmula que concreta el compromiso. Pero no es algo que mantenga la ilusión, la magia, el amor.
Parece algo exótico hablar en términos de amor al referirnos a nuestro empleo, pero en parte estoy convencido que algo de eso tiene que haber. Las empresas deben comprender que si buscan ilusión, que las quieran, deben hacer cosas que generen amor. Y no es suficiente con pensar en que ya les estamos pagando lo que debemos, ni con organizar fiestas sorpresa. Serán muy bienvenidas, pero el verdadero y gran amor está en los pequeños detalles. Algo que también sabemos es que para recibir primero hay que dar.
Y si no, pregunten en casa...
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