Mi padre nació en 1935, pocos meses antes de que empezara la guerra.
Mi padre no entendería twitter, se cachondearía si lo viera, ni siquiera tiene móvil ni lo quiere. Él es de los de irse directo a hablar con quién sea. Cara a cara, llamando a la puerta sin más.
Mi abuelo, su padre, fue pescador toda su vida, así que durante la posguerra las cosas no fueron demasiado boyantes. De hecho mi abuelo tuvo que irse a la costa francesa a pescar para poder ganarse el jornal, algo que le costó una detención digamos poco amistosa, con paso por campo de retención incluido. Pero esa es otra historia.
Empezó mi padre a hacer pequeños trabajos a los once años, como muchos niños de aquella época, ni más ni menos. Y por supuesto no pudo cursar ningún tipo de formación superior ni por asomo. Desde muy joven hacía chapuzas para toda la familia, arreglos de madera, chapa o lo que se pusiera por delante. Así que para compensar su falta de estudios se hizo unos cursos a distancia como, por ejemplo, soldadura.
El resultado fue que a lo largo de las siguientes décadas se ganó la vida dejándose la piel en un oscuro taller hasta que se jubiló a los 67 años, hace ahora ya siete.
Durante su vida profesional fue muy respetado tanto por clientes como por proveedores y empleados. Y eso que mientras trabaja se transforma. Conoce de primera mano el significado de palabras como esfuerzo, sacrificio y exigencia. Y sobretodo es eso, muy exigente. Para él, un trabajo no está bien hasta que no está perfecto, insuperable.
Pero pide lo mismo a los demás y se indigna hasta límites que rozan el enfrentamiento personal. No tolera a los que no se esfuerzan en hacer las cosas bien. No puede con los que no dan la cara. No soporta a la gente que vive del cuento y del pelotazo a cuenta de la especulación y el engaño. Le duele porque sabe lo dura que puede llegar a ser la vida.
Así que ya ven, por mis venas corre sangre de clase trabajadora, pero sin heroicidades. Y claro, alguna cosa se tenía que heredar. Sucede que a mi también me indignan la mayoría de las cosas que ponen a mi padre muy nervioso.
Me pone a cien el empresario que malgastando a espuertas a la vez consiente despidos injustos. Me pone enferma la empresa que tiene una sobrecarga de inútiles, pero hijos y sobrinos, en la dirección y echan a la mitad del personal del almacén o que echa a fijos para coger ETT's. No soporto a los que gastando fortunas en exotismos niegan un calefactor a la oficinista que pasa facturas al ordenador. No acepto al nuevo rico que llenó el aparcamiento de cochazos como cualquier ignorante y ahora dice que para mejorar la competitividad tiene que reducir la plantilla.
No son topicazos, sé de lo que hablo.
Y por supuesto, por encima de todo, no puedo con los trepas, esas sanguijuelas capaces de embaucar a la dirección más bisoña y que son capaces de acumular cadáveres en el camino a cambio de un puesto. Escoria pura. Reniego de ellos.
El tiempo va dando y quitando, aunque a veces sólo sirva para poner la razón en el lugar que le corresponde. Más de uno está pagando los excesos de años anteriores, las alegrías en el malgasto y el derroche. La inexistencia de análisis en la toma de decisiones. Las inversiones exóticas e inoportunas, el exceso de apalancamiento para poder vaciar la caja y aventuras más que discutibles.
Y por supuesto que no estoy generalizando, cargo sólo contra éstos, no digo que todos sean iguales ni mucho menos. Pero, puñetas, por favor, rigor en la gestión y compromiso con lo que se hace.
A ver si todo esto sirve para poner un poco de orden y que la lección sirva para algo y quede durante mucho tiempo en las cabezas de los que puedan sobrevivir.
10 comentarios:
Por supuesto que sabes de lo que hablas, con más razón que un santo, y con el tiempo dándote ,más si cabe, esa razón.
Triste, amigo Agustí, pero real como la vida misma, la que otros seguimos sufriendo en carne propia.
Juanra.
Hola Juanra, muchas gracias por pasarte por aquí, ya sabes!
Y muchos ánimos digitales!!!
Hola Agustí,
Primero, creo que tu padre no se perdía mucho sin el twitter. Si hemos vivido más de 8.000 años sin twitter, unos mas no pasa nada.
Segundo, la endogamia (sobre todo en la PYME) es una pena, pero el jefe es el que manda.
Olvidé añadir saludos y felicitaciones por el blog =)
Hola Alberto, muchas gracias por pasarte y dejar tu opinión.
Estoy de acuerdo en que el empresario manda, para eso arriesga su patrimonio. Yo mismo soy empresario.
Es simplemente que me molestan ciertas formas de actuar, sólo eso.
Agustí,
Completamente de acuerdo contigo. Me encuentro en la barrera de los 50 y estoy "reposicionándome". Mi anterior empresa decidió no esperar, había elecciones y no podía presentar pérdidas aunque fueran temporales y prefirió reducir personal a la mínima expresión pese a ser una entidad dedicada a ofrecer un "trato" diferencial a sus asociados. Al final sólo somos números de un "budget". Los que me despidieron: empleados que usurpan el papel de accionistas, la peor calaña.
Hola Martí, muchísimas gracias por pasarte por este blog y dejar tu opinión.
Desde luego no hay que negar que el entorno económico-financiero ha ahogado a muchas empresas, pero igualmente hay que traer a la luz a los directivos necios que se han aprovechado de la situación para disimular su mala gestión.
Un abrazo
Lo has acertado Agustí. Cierto también que hay otros empresarios que se la juegan, que apuestan y toman riesgo. Comparten esos valores que apuntas y que a mi parecer son universales. Pero claro esos no salen en la tele, ni lucen su glamour.
Me consuela pensar que los "buenos" sean más aunque no hagan tanto ruido.
Un saludo y felicidades por el blog.
Toni
http://tonipinies.wordpress.com
Muchas gracias por pasarte por aquí y dejarnos tu opinión Toni.
Sin ninguna duda que existen empresarios magníficos que se dejan la piel y arriesgan su capital mientras, a la vez, valoran adecuadamente lo mejor que tienen, su equipo humano.
Pero como tú dices eso no vende tanto...
Espero verte pronto por aquí!
Great! Thanks for the share. It was very interesting and meaningful.
Angry birds clone| Groupon Clone|
Publicar un comentario