La consultoría basada únicamente en intangibles como la confianza, el prestigio y la tradición debe renovarse y completarse con procesos de calidad y una orientación explícita hacia acompañar a nuestro cliente en la consecución de resultados de negocio pactados y mesurables.
Es importante apostar por establecer con los clientes relaciones que busquen el beneficio común regido por unas premisas donde los valores principales sean la orientación hacia las personas que componen las organizaciones y una decidida apuesta por el acompañamiento al cliente en la consecución de resultados. En este ámbito aparece el concepto de la “consultoría comprometida”.
Sergi Lleixà, consultor de Grupo Network en el 2003 ya hablaba de este concepto y definía la consultoría comprometida como “La relación que se establece entre proveedor y cliente donde se vinculan entre sí, con visión a medio/largo plazo, con un fin común: el éxito del proyecto en términos de consecución de mejoras en los objetivos de negocio del cliente”.
En esta concepción de la consultoría las relaciones entre los profesionales consultores y los ejecutivos de la empresa cliente son un medio y no un fin en sí mismas, con lo que las colaboraciones pasan del mero hecho puntual de una intervención concreta a la relación cimentada en el conocimiento mutuo y en el proyecto común con un horizonte fijado estratégicamente a largo plazo.
El verdadero elemento diferencial de las consultoras estriba en el compromiso con los resultados de negocio que su cliente pretende obtener a través de los diferentes proyectos que impulsa.
La consultoría comprometida se basa en el principio de formación=inversión, con lo que de forma anticipada, el consultor se transforma en un apoyo claro para proyectar, explicar y objetivizar en compromisos tangibles, el alcance y las consecuencias de su intervención para la empresa cliente.
Creo que el consultor aporta pericia y serenidad y puede convertirse en un elemento facilitador del cambio. La franqueza en el trabajo es un aspecto importantísimo. La primera fuente de aprendizaje para un cliente es la relación que se establece entre él y el consultor. También he aprendido que la relación que se establece entre el cliente y yo es una valiosa pista para conocer la clase de relación que mi cliente tiene con la organización. El modo en que mi cliente trabaja conmigo es un buen indicio de su estilo de dirección.
Es importante apostar por establecer con los clientes relaciones que busquen el beneficio común regido por unas premisas donde los valores principales sean la orientación hacia las personas que componen las organizaciones y una decidida apuesta por el acompañamiento al cliente en la consecución de resultados. En este ámbito aparece el concepto de la “consultoría comprometida”.
Sergi Lleixà, consultor de Grupo Network en el 2003 ya hablaba de este concepto y definía la consultoría comprometida como “La relación que se establece entre proveedor y cliente donde se vinculan entre sí, con visión a medio/largo plazo, con un fin común: el éxito del proyecto en términos de consecución de mejoras en los objetivos de negocio del cliente”.
En esta concepción de la consultoría las relaciones entre los profesionales consultores y los ejecutivos de la empresa cliente son un medio y no un fin en sí mismas, con lo que las colaboraciones pasan del mero hecho puntual de una intervención concreta a la relación cimentada en el conocimiento mutuo y en el proyecto común con un horizonte fijado estratégicamente a largo plazo.
El verdadero elemento diferencial de las consultoras estriba en el compromiso con los resultados de negocio que su cliente pretende obtener a través de los diferentes proyectos que impulsa.
La consultoría comprometida se basa en el principio de formación=inversión, con lo que de forma anticipada, el consultor se transforma en un apoyo claro para proyectar, explicar y objetivizar en compromisos tangibles, el alcance y las consecuencias de su intervención para la empresa cliente.
Creo que el consultor aporta pericia y serenidad y puede convertirse en un elemento facilitador del cambio. La franqueza en el trabajo es un aspecto importantísimo. La primera fuente de aprendizaje para un cliente es la relación que se establece entre él y el consultor. También he aprendido que la relación que se establece entre el cliente y yo es una valiosa pista para conocer la clase de relación que mi cliente tiene con la organización. El modo en que mi cliente trabaja conmigo es un buen indicio de su estilo de dirección.
La interdependencia sería otro aspecto a considerar puesto que no puedo hacer por él más de lo que él esté dispuesto a hacer por sí mismo. No puedo hacer verle más de lo que está dispuesto a ver. Sin embargo, se puede “sembrar una semilla” que posteriormente fructifique y le abra los ojos. A veces nos encontramos con resistencias conscientes o inconscientes que dificultan el trabajo y hay que conseguir vencerlas.
Nuestro trabajo consiste inicialmente en ayudarle a disponer de información válida, a analizarla y a explorar soluciones alternativas. Al final, la elección de la alternativa es suya, ya que sólo así el cliente conservará su autonomía y se comprometerá libremente con la alternativa elegida.
Todo esto hace que sienta, por un lado, el peso de la responsabilidad de que la organización encuentre una solución a sus problemas y, por otro lado, la satisfacción de ver las soluciones logradas con nuestra colaboración.
Àngela Pujol - apujol@tauformacion.com
Nuestro trabajo consiste inicialmente en ayudarle a disponer de información válida, a analizarla y a explorar soluciones alternativas. Al final, la elección de la alternativa es suya, ya que sólo así el cliente conservará su autonomía y se comprometerá libremente con la alternativa elegida.
Todo esto hace que sienta, por un lado, el peso de la responsabilidad de que la organización encuentre una solución a sus problemas y, por otro lado, la satisfacción de ver las soluciones logradas con nuestra colaboración.
Àngela Pujol - apujol@tauformacion.com
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