Leo en El Pais un artículo sobre los salarios de los universitarios españoles y de cómo éste se sitúa alrededor de los 1.000 € . La verdad es que no nos hace falta un estudio muy sesudo para saberlo, era algo ya conocido. No por ello resulta menos paradójico.
Nos encontramos ante una generación que ha tenido acceso a la democratización de la universidad y, con ello, se ha llenado el mercado laboral en titulados en todo tipo de especialidades. Ante ello, el Secretario de Estado de Universidades, Miguel Ángel Quintanilla atribuye buena parte de lo que sucede a la poca adecuación de la universidad al mundo de la empresa. El otro argumento del señor Quintanilla es que la sociedad es cada vez más igualitaria. Sin comentarios...
A pesar de tanto título, a pesar de que las cifras macroeconómicas son positivas, de que el paro está en mínimos históricos, que reclutar es cada vez más complejo, resulta que nos sobran titulados. Porque si no, ¿cómo se explica que las empresas se puedan permitir pagar salarios tan bajos? Porque eso sí, no admite discusión, 1.000 € al mes dan para poco hoy en día...
Estudiar una carrera universitaria no es ya garantía de éxito en el mercado laboral ,abundan ya los titulados con conocimientos amplios de idiomas y algún máster en el CV. Todo ello cada vez es menos diferenciador lamentablemente.
Así pues, no es de extrañar que los propios ex-universitarios cambien de trabajo con cierta facilidad y que por tanto las cifras de rotación y eventualidad sean altísimas.
Existen algunas empresas (pocas) que se plantean pagar salarios algo por encima del mercado a cambio de retener el talento, fidelizarlo y esperar a que dé su máximo fruto, algo que no ocurre en los primeros meses de contrato. En la cuenta de resultados se ven perjudicados por el impacto inmediato de los costes salariales, pero el análisis de lo que sucede a largo plazo es más complejo.
Sin embargo, no hay que olvidar que existen los costes de sustitución, reclutamiento, acogida y formación. Y que la mayoría de la gente no se toma realmente en serio su trabajo si no se siente implicado.
Y por supuesto que la implicación no llega desde la provisionalidad.
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